El
curso 2012-13 es el primero que he impartido la asignatura de 2º de la ESO de
ciudadanía. En el instituto tenemos un ambicioso programa de aprendizaje
servicio solidario (en adelante aps) y quería incorporar a dicho programa a los
alumnos de 2º de la ESO a través de mi asignatura. Una materia que tiene entre
sus objetivos formar ciudadanos que conozcan su entorno y que puedan incidir
sobre este para transformarlo en un lugar más justo, es una buena plataforma
para enganchar con un proyecto de aprendizaje servicio.
En
la programación incluí como objetivos el participar de alguna experiencia de
aps, en la metodología de trabajo la creación de equipos de trabajo destinados
a tal fin, en los criterios de evaluación y calificación, su compromiso con el
trabajo solidario realizado. De este modo planteé a los alumnos que una parte
de la nota de la materia (concretamente el 30%) se conseguía participando en
alguno de los programas que les ofrecía.
Por
un lado tenía interés en que todos tuvieran una experiencia de aps y quería
valorarlo positivamente, pero también me daba cuenta que se trataba de una
opción que debían elegir los alumnos. De este modo si un alumno no quería
participar en este programa voluntario solo podría sacar un 7 en la asignatura.
¿era una decisión justa? Los proyectos que ofrecí se realizaban inicialmente fuera
del centro y en horario de tarde o en vacaciones: campaña de recogida de
juguetes de navidad, acompañamiento escolar en un colegio cercano al centro, participación
en el banco de alimentos local o proyecto Marea Verde (intervenciones en
ecología en el ayuntamiento de Coslada). ¿Podía impedir que un alumno que no
quisiera o pudiera participar en un aps en horario de tarde o de vacaciones
obtuviera más de un 7 en la materia?
Ocurriendo dos circunstancias, por un lado el 90% de los alumnos se apuntaron a alguno de los proyectos, por otro lado y con ánimo de no dejar a nadie fuera incorporé dos proyectos nuevos que podrían realizarse en el centro y en horario escolar: por un lado la participación en un periódico del centro y por otro la elaboración de videos didácticos, lo que acabó convirtiéndose en Ediciones Detuatu. De esta manera todos podrían participar de una u otra manera y si alguien no quería hacerlo era exactamente igual que si no quería estudiar el examen (que también aportaba el 30% de la nota).
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